Hablaremos en Soria Natural sobre la importancia de mantenerse hidratado en invierno para evitar problemas de salud, se cree que debido a las bajas temperaturas y a una menor sudoración del cuerpo, hay que hidratarse menos.
La cantidad de líquido que se debe beber al día se halla entre los 2 y 3 litros. Dependiendo de la edad, sexo y actividad de cada persona, está cantidad será más o menos elevada, pero no debe ser menor para asegurar que el equilibrio hídrico del organismo se mantenga.
Cabe destacar que el agua actúa en una gran cantidad de procesos metabólicos por lo que mantenerse correctamente hidratado es muy necesario para que nuestro cuerpo funcione adecuadamente tanto a nivel físico como cognitivo, pero no debemos olvidar que es bueno tomar bebidas que nos aporten los nutrientes esenciales que nuestro organismo necesita y que pierde cada día a través de los diferentes procesos fisiológicos.
Al mismo tiempo, algunos de los procesos que se ven condicionados por el nivel de hidratación son tan importantes como la respiración o la termorregulación, por lo que con las bajas temperaturas de la temporada invernal es fundamental no dejar de lado los 8 vasos al día que se deben tomar.
Hay mucha variedad de formas de hidratarse correctamente. Claro está que el agua es la más importante de todas, pero es recomendable complementarla con otros líquidos que además aporten micronutrientes como, por ejemplo, los caldos y sopas porque estas ayudan a regular la temperatura de nuestro cuerpo frente al frío.
Los zumos de frutas son una opción saludable para complementar la cantidad de líquidos que debe beberse a diario ya que, además de aumentar los niveles de hidratación, su consumo otorga gran cantidad de nutrientes necesarios para la salud.
El equilibrio hídrico del cuerpo es un parámetro esencial del que pueden emanar problemas de salud como la deshidratación, que puede hacer que la piel pierda elasticidad, la orina se concentre en exceso, lo que puede ocasionar cálculos renales, y que aparezca sequedad en las mucosas, taquicardia y cansancio. A medida que la deshidratación se acrecienta, hay una disminución del volumen sanguíneo y alteración en el rendimiento físico, dificultad para concentrarse, desorientación, fallos en la regulación de la temperatura corporal e incluso, cuando la deshidratación se hace muy severa, puede tener consecuencias letales.